“No pedí nacer así que si estoy viva es porque, soy un milagro.” – Doris Martínez
Las investigaciones, estudios y desarrollos que realizan los profesionales de la universidad de Harvard.
Todo lo relacionado con el aprendizaje de las emociones, la mente, el liderazgo, el desarrollo personal, entre otros tantos temas cautivantes.
Me fascinan, porque me permiten aprender de los mejores y convertirme en mejor ser humano.
También me permite:
¡Compartirlo contigo!.
Por eso hoy te cuento que los estudios que ha realizado la Universidad de Harvard, demostrando que la probabilidad de nacer, para cada ser humano vivo es un verdadero milagro, ¡me encanta!.
Casi puedo asegurar que sin importar tu edad, has jugado o visto jugar el juego de mesa que se llama:
Parqués, ludo, parchís, Uckers, o Parcheesi, como se denomine en tu país.
Por lo tanto, sabes que se requieren dados, que son objetos de 6 caras, cada cara tiene un número que va desde el 1 hasta el 6, para jugarlo.
Al jugar con los dados, deseamos que nuestra probabilidad sea muy favorable, es decir que nos salga al tirarlos a la primera, en cada uno el número mayor (dobles) a favor.
Se dice que los juegos de mesa que utilizan los dados son juegos de azar, porque las posibilidades de ganar o perder no dependen exclusivamente de la habilidad del jugador, sino que intervienen las probabilidades.
Esta introducción es para compartirte que el doctor Ali Binazir, en un artículo publicado en un blog de Harvard, ha sacado como conclusión que la probabilidad que naciéramos tal y como somos, es casi cero (0).
Han calculado que todos los condicionantes previos al nacimiento de un ser vivo, es como:
¡Si dos millones (2.000.000) de personas jugaran con un dado de mil billones (1.000.000.000.000) de caras, y sacaran todos el mismo número!.
Te comparto un fragmento de la publicación:
“Una vez que los padres se conocen, los números no son más sencillos.
Los seres humanos somos la combinación de un espermatozoide y un óvulo concretos y cada madre tiene una media de 100.000 óvulos fértiles durante toda su vida.
Mientras que el padre generó aproximadamente unos 400.000 trillones de espermatozoides totalmente diferentes, por lo que la probabilidad de que el bebé que engendren sea uno mismo y exactamente uno mismo, es de 1 entre 400.000 trillones.
Aunque para que se dé esa probabilidad, primero todos los ancestros tuvieron que nacer, crecer y reproducirse, sabiendo que hay un 50% de probabilidades de que ocurra todo eso.
Contando con que cada 20 años hay una nueva generación.
Y que los primeros humanos aparecieron hace más o menos 3 millones de años.
Nos deja con 150 generaciones que tuvieron que pasar el proceso estadísticamente casi imposible para llegar a un nacimiento, lo que equivale a una probabilidad de 1 entre 10 elevado a 45.000.
Por último, la posibilidad de que en todas esas 150 generaciones se unieran el espermatozoide y el óvulo que dieron lugar a uno de los ancestros es de 1 entre 10 elevado a 2.640.000.
Sabiendo todos estos datos, para saber la estadística exacta de que un individuo terminase existiendo hay que sumar todas esas cifras y da un resultado de 1 de cada 10 elevado a 2.685.000.
En resumen:
La posibilidad de que una persona termine siendo exactamente esa persona y no otra.
Es la misma que, la de que dos millones de personas se juntasen para jugar cada uno con un dado con mil billones de caras y que todos sacasen el mismo número, es decir, casi cero.
Todo un milagro.”
Si todos estos números te han resultado complejos, te confieso que a mí también.
El caso es que después de leer toda esta información, me he sentido muy sorprendida, agradecida y conmovida.
Me he mirado al espejo y con mi mayor cara de sorpresa, me he reconocido:
¡Soy un milagro!.
Dado que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra milagro significa:
Hecho prodigioso, favorable a una persona o un grupo de personas, que no puede explicarse según las leyes ordinarias de la naturaleza, que es realizado por Dios.”
Entonces quiero hoy:
Agradecer a Dios, por este regalo valioso que es la vida.
Agradecer a todos mis ancestros, por tan valiosa colaboración.
Agradecer a mis padres, por el favor de concebirme, no se los pedí, pero lo agradezco hoy.
Un milagro, sin tener ninguna duda al respecto.
Hay tanta perfección y belleza, en la diversidad de la expresión física de cada ser humano, que mis ojos me permiten observar.
Sin embargo, cuando pienso en lo que mis ojos no pueden ver, como:
- Los múltiples y permanentes procesos celulares.
- El funcionamiento perfecto de cada órgano del cuerpo.
- El recurrente, constante y silencioso recorrido de la sangre, con todos sus componentes.
- El funcionamiento del cerebro, las conexiones neuronales, la generación de pensamientos constante y el almacenaje de recuerdos.
- El proceso de intercambio del oxígeno para la respiración.
- El diseño músculo-esquelético que permite todos los movimientos.
- La mágica conexión en cada una de las partes del sistema digestivo.
- El corazón y la sincronización de sus movimientos.
- Los sentidos, vista, olfato, oído, gusto y tacto, que nos permiten relacionarnos con el mundo.
Sin dudas, ¡un milagro!.
Curiosamente, nadie nos hace caer en cuenta de esto, por lo menos yo no recuerdo que mi mamá o mi papá, o en el colegio, me hicieran caer en cuenta.
Entonces te invito a que si quieres, lo pienses un poco.
Especialmente en esos momentos en que las situaciones cotidianas, tan complejas de la vida nos llevan a dudar.
Soy un milagro, y estar viva siendo yo, tiene un gran propósito.
¿Has pensado en ti, como un milagro?
¿Piensas que eres valioso?
¿Crees que la perfección habita en ti?
¿Has pensado en tu propósito de vida?
Para finalizar te dejo con esta frase de un libro, que nos ayuda a pensar en el tema.
EL MILAGRO MÁS GRANDE DEL MUNDO – OG MANDINO:
“¿Por qué no somos felices? Somos desdichados porque ya no creemos ser un milagro especial, una creación especial de Dios. Nos observamos en el espejo y ya no vemos las cualidades divinas que alguna vez fueron tan evidentes”.