«Estudiar en escuelas y universidades te asegura, un poco de conocimiento, ceremonias y títulos impresos. Sin embargo, la más valiosa educación, es aquella en la que adquieres valores inquebrantables y sabiduría para tomar decisiones.» – Doris Martínez
He invertido algunos años de mi vida estudiando, recuerdo que me gradué al terminar la secundaria y ese primer título que obtuve, me servía en ese momento solo para aspirar a entrar a la universidad.
No era el caso, pero lo aprendido en la secundaria no me servía para buscar trabajo, porque en esa época no sabía hacer nada, laboralmente hablando.
Posteriormente, en la Universidad de Cartagena, obtuve un título universitario, y ese cartón firmado por personas importantes en el ámbito académico, dice que soy una profesional en “Administración de Empresas”.
Sin embargo, los conocimientos adquiridos y el título obtenido, en esa época no fueron suficientes para administrar algo.
Lo chistoso de esta historia que te cuento, es que al salir a buscar trabajo con 23 años de edad, un título universitario, y experiencia laboral en cero, me hizo estar en apuros.
Como siempre, fui muy afortunada, porque mi tutor de tesis, mandó mi hoja de vida, al almacén más importante de la ciudad. ¿Cómo te parece?
Al entrar a concursar para ingresar a esa empresa, estuve 3 meses en capacitación, me hicieron más evaluaciones que en la propia universidad, finalmente en un grupo de más de 20 aspirantes, fui seleccionada.
Orgullosa de mis capacidades, fui a ocupar un puesto, que se llamaba “Asesora de Información”, y muchas veces pensaba que tantas cátedras que me hicieron desvelar, estudiando en las madrugadas, no eran necesarias para sonreír y procesar los pagos de tarjeta de crédito de los clientes.
Y cuando atendía a los clientes, enojados, con quejas o irritados, a ninguno le importaba, cuántos años yo había estudiado, y yo no administraba ni mi horario, porque hasta ese era asignado.
Te cuento que recuerdo con mucho cariño esa época, porque día tras día fui aprendiendo lo importante que era en el trabajo e inclusive en la vida, escuchar empáticamente y prestar atención al otro, bases hoy del Servicio al Cliente.
Aprendí que cuando te contratan en una empresa, una gran parte de tu tiempo ya no te pertenece, tienes que cumplir un horario, y en muchas oportunidades dependiendo con quien trabajes, no importa si tu hija o tu madre se han enfermado.
Aun así, siempre he sido y aún soy de esas personas que creen que leer, investigar y aprender, te hacen mejor ser humano, y por eso años tras año soñaba con la posibilidad de estudiar un posgrado.
Dios, a través de sus canales me cumplió el sueño, volví a la Universidad de Cartagena, con el mismo entusiasmo y las mismas ganas, en esta oportunidad me gradué y obtuve un título que dice que soy “Especialista en Gestión Gerencial”.
Había logrado un título que certificaba, que yo sabía hacer planeación estratégica y que en la empresa que trabajaba, había que actualizar todos los procesos y hasta elaborar cuadros de controles.
Para graduarnos, elaboramos mi compañera de tesis y yo, un análisis estratégico a la empresa, hoy observo como ese DOFA (análisis de debilidades, oportunidades, fortalezas, amenazas), se cumplió en su totalidad, como si ese estudio nos hubiera ayudado, a pronosticar con exactitud el futuro.
Aunque admito, que nunca en nuestros análisis prospectivos, pensamos que un virus como el Covid, llegaría no solo a mover los cimientos de las empresas, si no a cambiar nuestras vidas.
Volver a la universidad, me permitió hacer nuevos amigos, conocí entre profesoras y compañeros, personas maravillosa, personas muy valiosas. Hoy soy un mejor ser humano.
Graduarme, me costó incontables noches de amanecidas y desvelos, hoy comprendo y admiro a todos los que se esfuerzan de esta manera, porque estudiar y trabajar al tiempo, es casi sobrehumano, lo aseguro, es de lo más desafiante que he vivido.
Sin embargo, te cuento, que tener un título de Especialista, no me fue útil para atreverme a pedir un aumento de sueldo, me da un algo de risa, pero es cierto. Pregunto, ¿a ti te ha pasado?
Por experiencia hoy puedo asegurarte, que ostentar un título profesional, inclusive de especialista, no es garantía de nada, en este competido mundo laboral colombiano, que se ha corrompido.
Porque en Colombia, para contratar laboralmente, exigen tener juventud, títulos universitarios y experiencia laboral, al mismo tiempo.
Te cuento que, también he realizado estudios que certifican, que he adquirido conocimientos de mercadeo, servicio al cliente, ventas, medios digitales y administración de personal, entre otros.
Me fascina compartir lo que aprendo, eso hizo que pensara en la docencia, como medio para atreverme a compartir el conocimiento adquirido.
Esto me llevó a estudiar nuevamente, en esta oportunidad fue un Diplomado en Docencia Universitaria, en la Universidad ya mencionada, este hace constar que puedo desempeñarme como Docente en universidades.
Haber estudiado este Diplomado, ha sido de lo más importante para mí, porque estos docentes, me explicaron con mucha claridad, que el modelo educativo, tradicional, aún existente en el país, no está diseñado para orientarme sobre cómo crear mi propia empresa, solo para hacerme parte de una cadena productiva, en la que, los que más aportamos, ganamos menos.
El modelo educativo actual está creado, para que al terminar los estudios, con el conocimiento adquirido, e inclusive con la experiencia que tengas, en el trabajo, siempre debes estar disponible, para seguir órdenes y ejecutar tareas.
Te pregunto, ¿tú, has tenido la ventaja de firmar un contrato laboral, en el que te paguen o remuneren, por pensar, o por generar ideas?
Y la vida me ha permitido, conocer a muchas pero muchas personas, muy valiosas, que nunca han pasado por una universidad y han sido capaces de fundar y mantener empresas.
También conozco personas que han gastado tiempo y dinero estudiando, llegando al nivel de estudiar una maestría, para aportar su conocimiento y prestar servicio a la sociedad, y esto en todo el país, no ha sido valorado.
Porque puedo decirte, que me he graduado, y ninguno de los títulos, dicen cuáles son mis valores, si soy feliz, si me siento realizada, si soy capaz de tomar decisiones. Tampoco me hacen diferente de otro ser humano.
Sin embargo, al transcurrir del tiempo, me han hecho pensar, que no hay nada de malo en no tener un jefe, o que estaba muy bien, si yo podía lograr, ser mi propio jefe. Que tengo derecho a soñar con ganar dinero por mí misma, sin poner límites a mis sueños, que lo más importante es creer en mí, creer que si puedo.
Porque en Colombia, aún en la actualidad, en lo laboral, no hay forma alguna de comparar, lo que significa ingresos justos y dignos, en los diferentes estratos sociales, porque esto no está descrito en el Código Sustantivo del Trabajo. Te invito a verificarlo.
“Si pudieras escoger entre un saco lleno de oro y una tablilla de arcilla donde estuvieran grabadas unas palabras llenas de sabiduría, ¿Qué escogerías?
El oro, el oro, respondieron a coro, los 27 personajes presentes. El viejo Kalabab, que había previsto esta respuesta, sonrío.
Escuchad a los perros salvajes a lo lejos, en la noche. Les dijo, Aúllan y gimen porque el hambre les corroe las entrañas. Pero dadles comida, y observad lo que hacen, se pelean y se pavonean, sin preocuparse por el mañana. Igual que los hijos de los hombres. Dadles a escoger entre el oro y la sabiduría: ¿Qué hacen? Ignoran la sabiduría y malgastan el oro. ”.
El Hombre Más Rico de Babilonia, George S. Clason 1.994.