“Hay un segundo de un minuto, un minuto de una hora y una hora de un día, en el que admites que todo parece mentira” – Doris Martínez
No sé tú, pero yo reconozco que me han mentido, desde siempre, me pregunto muchas veces, ¿por qué?
Usar las mentiras como método de enseñanza, está vetado desde los inicios de la humanidad.
Tanto es así, que en las Sagradas Escrituras en el Libro de Éxodo, capítulo 20, el 8º Mandamiento dice: No mentirás.
Voy a mencionar unas pocas de las muchas mentiras con las que a mí, me ha tocado vivir:
“El niño Dios trae juguetes la noche del 24 de diciembre”.
“Se casaron y fueron felices siempre”.
“En la relación erótica, el hombre sabe lo que la mujer quiere”.
“Todos los hombres son iguales”
“Porque te quiero, te celo”.
“Mañana empiezo”
Sin embargo, en la vida diaria real me he encontrado con que el niño Dios, nunca trajo los juguetes de la noche del 24 de diciembre, y en la actualidad aún los niños se enredan con Papá Noel y Santa Claus.
Se casaron y fueron felices para siempre, que mentira sostenida todavía, y nadie me aclaró que por más pasión que haya en una relación de pareja, a largo plazo se van a presentar pedos y ronquidos, esto nadie lo dice. ¿Cierto?
Yo personalmente creo que en las relaciones eróticas, y en cualquier otro tipo de relación, mi pareja no puede saber que quiero, si no se lo digo.
Es mentira que todos los hombres son iguales, repetir esta frase pienso yo ha hecho mucho daño a la humanidad, a través de los tiempos.
Por las experiencias vividas, ni todos los hombres son groseros, vulgares, violentos, apasionados, juguetones, cariñosos, o cualquier otro calificativo, cada uno es diferente, con sus propias características. ¿Qué piensas tú?
Es mentira pienso yo, que “porque te quiero te celo”, opino que los famosos celos que siguen dañando física y psicológicamente tanto a hombres como mujeres, tiene que ver con un grado de inseguridad gigantesco en el interior.
Es mentira, y hay miles de memes respecto a que si el celular de mi pareja se descarga y necesita usar el mío, o viceversa, la relación se mete en problemas, si no hay nada que ocultar, no hay nada que temer. ¿Qué opinas?
Esa libertad interna de estar con quien quieras estar, sin mentiras, sin dudas es de las experiencias más gratificantes que hay.
Y que tal, mañana empiezo, sinónimo de lo haré mañana. Es la postergación o procrastinación para usar el término de moda, de una actividad, cualquiera que sea que se debe hacer hoy, porque hoy es lo único que tengo, pero elijo mentirme, diciendo lo haré mañana, por ejemplo, hacer alguna actividad física o ejercicio, alimentarme mejor, entre otras.
Me pregunto a menudo, porque desde temprano nos enseñan a mentir, mucho peor es que adicionalmente aprendemos a mentirnos a nosotros mismos. ¿No te parece?
Mentir se ha vuelto una forma de vivir, tanto que termina uno creyendo sus propias mentiras.
Es un comportamiento social aceptado, y observo que con el pasar del tiempo, muchas personas se vuelven profesionales en la mentira.
No se siente bien mentir, cuando por algún motivo hay que acomodar cifras, o cuando hay que utilizar el nombre de otra persona para obtener algún beneficio.
Internamente es desesperante mentir al decir si, cuándo realmente en mi mente, la respuesta es no.
Una mentira gigante, en la que creo que he estado envuelta desde muy joven y gracias al auto conocimiento he logrado ir asimilando es que la felicidad, no hay que buscarla.
La felicidad como estado del ser, depende para mí, de lo que tengo dentro, en mi pensamiento, en mis sentimientos.
El auto conocimiento, como herramienta para ayudarme en esta búsqueda verdadera de paz interna, me va llevando a decirme a mi mismas mis verdades, y continúo aún en esta búsqueda de mis verdades íntimas.
Aceptándome poco a poco sin mentiras.
Alguna vez, ¿has pensado, cuántas mentiras dices al día?, ¿por qué?
Para terminar este tema te comparto una vieja fábula, que permanece con un muy buen mensaje, a través del tiempo:
El pastorcito mentiroso – Fábula de Esopo.
Había una vez un pastorcito que cuidaba su rebaño en la cima de la colina. Él se encontraba muy aburrido y para divertirse se le ocurrió hacerles una broma a los aldeanos. Luego de respirar profundo, el pastorcito gritó:
—¡Lobo, lobo! Hay un lobo que persigue las ovejas.
Los aldeanos llegaron corriendo para ayudar al pastorcito y ahuyentar al lobo. Pero al llegar a la cima de la colina no encontraron ningún lobo. El pastorcito se echó a reír al ver sus rostros enojados. —No grites lobo, cuando no hay ningún lobo —dijeron los aldeanos y se fueron enojados colina abajo.
Luego de unas pocas horas, el pastorcito gritó nuevamente: —¡Lobo, lobo! El lobo está persiguiendo las ovejas.
Los aldeanos corrieron nuevamente a auxiliarlo, pero al ver que no había ningún lobo le dijeron al pastorcito con severidad:
—No grites lobo cuando no hay ningún lobo, hazlo cuando en realidad un lobo esté persiguiendo las ovejas.
Pero el pastorcito seguía revolcándose de la risa mientras veía a los aldeanos bajar la colina una vez más.
Más tarde, el pastorcito vio a un lobo cerca de su rebaño. Asustado, gritó tan fuerte como pudo: —¡Lobo, lobo! El lobo persigue las ovejas.
Pero los aldeanos pensaron que él estaba tratando de engañarlos de nuevo, y esta vez no acudieron en su ayuda. El pastorcito lloró inconsolablemente mientras veía al lobo huir con todas sus ovejas.
Al atardecer, el pastorcito regresó a la aldea y les dijo a todos:
—El lobo apareció en la colina y ha escapado con todas mis ovejas. ¿Por qué no quisieron ayudarme? Entonces los aldeanos respondieron:
—Te hubiéramos ayudado, así como lo hicimos antes; pero, nadie cree en un mentiroso incluso cuando dice la verdad.
Maravilloso artículo, deja mucho que reflexionar. Me encantó