“El trabajo hecho a gusto, no cansa jamás” – Thomas Jefferson

Te cuento que escucho decir a muchas personas que conozco, que no quisieran tener que ir a trabajar.

Dicen las estadísticas que más del 50% de los trabajadores, no les gusta lo que hacen.

Esto sumado a la incertidumbre permanente, que ha dejado como consecuencia la pandemia.

Los estudiosos del tema dicen, que se ha generado un desinterés generalizado, en las personas que hacemos parte de la fuerza laboral actual.

Pensando en esto, considero que toda esta información es relativa, porque  depende de lo que cada individuo tenga en su mente y de las actividades que cada uno realice, en su jornada laboral.

También va a depender de cómo se siente uno, en el trabajo que consigue. 

Ser tenido en cuenta, ser apreciado, hacer parte de un equipo, son necesidades sociales del ser humano que cuándo se descuidan, traen como consecuencia todo este desinterés actual, en la actividad laboral. 

También sucede a menudo, que toda la teoría que estudia uno en la universidad, cuándo llega a conseguir un trabajo, no es precisamente lo que utiliza al recibir instrucciones en el trabajo.

Sobre todo cuando se estudian carreras, cuya aplicación laboral difiere de las tareas que se realizan al conseguir un trabajo.

Cuándo estudias para profesor, te desempeñas laboralmente como profesor, igualmente un médico o una enfermera.

Cuando estudias administración de empresas, sin tener ninguna empresa familiar que administrar.

Como en mi caso particular, y el primer trabajo que consigues es en un puesto de servicio al cliente, si no te enamoras de la actividad que realizas.

Llega un momento, que sobreviene el desinterés por las actividades laborales que realizas, porque difieren completamente de lo estudiado.

También he observado, que una de las causas que más influye en el desinterés laboral, es la desconexión que hay entre los directivos de las empresas y los trabajadores.

Es decir, quienes dirigen el personal, no tienen ni idea de lo que sucede en la vida personal de cada uno de sus colaboradores.

Sueños, anhelos, objetivos personales, problemas crónicos de salud, problemas familiares, entre otros, parecen no ser tema de vital importancia, para los que manejan el personal en las empresas.

Esto genera que uno se presente a trabajar, con toda la carga de sus problemas en su cabeza, cumpliendo con las tareas asignadas, en muchas oportunidades, de forma mecánica.

Mientras se atiende una llamada o se da respuesta a un correo electrónico, se está pensando en el niño que quedó con fiebre en casa.

O en la niña que está teniendo dificultades académicas y  ha perdido algunas asignaturas.

También puede estar pensando que se acerca la quincena, y ya la debe toda, y no tiene para pagar completo el arriendo.

Otro motivo, pienso yo, que ocasiona desinterés laboral, es la poca comunicación genuina entre compañeros de trabajo.

Sobre todo, en la comunicación deficiente entre funcionarios de diferentes áreas.

Cada uno, busca cumplir con las tareas o responsabilidades asignadas, sin importar lo que le sucede al resto de sus compañeros.

Y en este afán de cumplir con las tareas, se pierde de vista, el buen trato, la amabilidad, la cortesía y la empatía.

Ocasionando que los funcionarios que se ven afectados, cumplan con lo que les corresponde con temor a equivocarse y llevarse una reprimenda verbal.

O con desgano, solo cumpliendo con lo que le asignan, sin mayor esmero.

Pero si hay deficiencia en la comunicación entre compañeros, con el jefe inmediato, esta es casi nula. 

Solo se reciben órdenes, en muchas oportunidades sin explicaciones, sin importar la opinión de quien las ejecuta.

Y cuando no se cumplen, los regaños y llamados de atención no se hacen esperar.

Generando como consecuencia, que los empleados no solo tengan miedo de preguntar e intervenir, sino terror  de equivocarse.

Sucede también que el ambiente laboral, lleno de chismes, comentarios mal intencionados, y críticas destructivas entre compañeros.

Igual que los subgrupos que se forman, en los que unos hacen parte de actividades amistosas y otros son excluidos, no tenidos en cuenta. 

Es otra de las grandes causas que origina desinterés laboral, lo peor es que estas situaciones van minando gota a gota, sin que nadie lo note.

Actualmente, también la pandemia dejo entre tantas consecuencias, a muchas empresas en crisis, otras a punto del cierre, ocasionando despidos, reajustes salariales, cambios de horarios, entre otros.

Este panorama de incertidumbre, de nunca saber que puede pasar mañana, si puede cerrar la empresa, si me pueden despedir, si me van a disminuir el salario, o no se puede incrementar.

También ha contribuido no solo a generar desinterés laboral, sino también a vivir con miedo permanente.

Para cerrar y pensar un poco en el tema te dejo esta historia, que me gustó mucho:

El ENFADO DE ROQUI

La tortuga Roqui estaba muy disgustada con el erizo Púa. Cuando los dos estaban en la cola de los columpios, Roqui pensó que Púa le había pinchado aposta con una de sus espinas y luego no había respetado su turno y se le había colado.

En realidad, el pobre erizo había tropezado con una piedra, se había apoyado en Roqui para no caer y había vuelto a la fila sin fijarse bien en cuál era su sitio. El erizo Púa tampoco se dio cuenta de que le había hecho daño a la tortuga.

Roqui estaba enfadadísima, pero en vez de hablarlo directamente con Púa, se lo contó a la ardilla Cascabel, al ratón Boliche y al burro Galileo.

– ¿Sabéis lo que me ha hecho Púa? ¡Me ha clavado una espina en la pata para adelantarse en la cola!

¡Qué malo y qué abusón! – dijeron Cascabel y Boliche.

Galileo, más prudente, añadió:

– A lo mejor lo ha hecho sin querer.

– ¡Claro que no! – gruñó Roqui – ¡Hoy no pienso hablarle!

Y así lo hizo la tortuga, que estaba muy enfadada. Cada vez que se le acercaba Púa, se escondía en su caparazón, dejando al erizo desconcertado.

– ¿Qué le pasa a Roqui conmigo?

– Tú sabrás… – le contestó Cascabel.

Entonces el burrito Galileo dispuesto a buscar una solución entre sus dos amigos, los reunió debajo del olivo del patio y le preguntó a Roqui:

– ¿Por qué te has peleado con Púa?

– Porque me ha pinchado para adelantar un puesto en los columpios.

– ¿Ha sido así? – preguntó Galileo al erizo.

– ¡Nooo, no lo he hecho aposta! Es que he dado un traspiés. Ahora me doy cuenta de que he pasado a los columpios antes que tú, pero fue sin querer. Si además te he hecho daño, lo siento el doble.

A Roqui se le pasó el enfado al ver lo que en realidad había pasado y volvió a ser amiga de Púa. Después, le aclaró el malentendido a Cascabel y a Boliche.

Moraleja: Antes de enfadarte, escucha a la otra parte.

https://www.guiainfantil.com/articulos/ocio/cuentos-infantiles/el-enfado-de-roqui-fabula-moderna-para-ninos

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