“El crustáceo de aspecto amenazante Homarus americanus (langostas marinas) nunca ha sido considerado particularmente romántico, a menos que añadamos al contexto salsa de mantequilla y un buen vino blanco.

Fuertemente protegido por pinzas y caparazón, estos animales son muy agresivos, altamente territoriales y, al menos en cautividad, se saben que se meriendan unos a otros.

Pero cuando están de buen humor y las luces se apagan, las langostas pueden ser bastante cariñosas y despliegan un ritual de cortejo que recuerda a una acaramelada escena de una película francesa antigua.

Todo comienza cuando la hembra rocía con su seductor perfume la cueva del macho y luego se cuela dentro para quitarse el caparazón.

Para una langosta quitarse el caparazón significa volverse tremendamente vulnerable hasta que le crezca uno nuevo. Ello implica un gran acto de fe. Una demostración de confianza.

La hembra pone enteramente su vida en las manos del macho que ha elegido, una criatura a la que normalmente trataría como un competidor o incluso como una declarada amenaza.

El macho a su vez, vela por ella, la protege y la trata con delicadeza, hasta que le crece nuevamente su caparazón.” – Langostas Enamoradas – La Evolución de la Confianza.

He vivido muchos años en Cartagena, una ciudad que está ubicada geográficamente a la orilla del mar caribe, y la langosta es en cualquier restaurante un plato exótico y costoso, por eso me llamó la atención esta historia.

Nunca pude haber imaginado que las langostas igual que los seres humanos, basan sus relaciones en la vulnerabilidad y en ocasiones la fragilidad que representa, darle confianza a otro ser.

Hasta que lo leí en el libro La Molécula de la Felicidad del científico Paul J. Zak.

Porque para mí, confianza es el resultado de esa necesidad social del ser humano de creer ciegamente en el buen proceder de otro ser.

Es un acto permanente de fe que aplica para todo tipo de relaciones humanas, solo por mencionar algunas:

  • Ir al odontólogo y abrir mi boca, para que éste revise, limpie y quite lo que sea necesario.
  • Visitar al ginecólogo, solo Dios y yo sabemos lo complejo, agobiante e incómodo que puede ser, abrir las piernas y que pongan sus ojos en la intimidad de tu cuerpo, en ocasiones con una linterna.
  • Llevar mi dinero al banco, para que lo guarden, usen y administren.
  • Entregar mi número de tarjeta de crédito con todos los datos necesarios para que la utilicen.
  • Dormir con otra persona, que no solo percibe mis olores, ruidos, sonidos y ronquidos.
  • Dejar la puerta de la habitación, de la maleta, del cajón del escritorio, sin llaves con la certeza que nada de lo que hay allí se puede perder.
  • Contarle a otra persona las ideas más locas y disparatadas que se me ocurren.
  • Ser merecedor de escuchar las historias íntimas o los problemas de otra persona sin comentar, criticar o juzgar.
  • Votar para elegir un candidato político a cualquier cargo público.
  • Colocar a nombre otra persona mis títulos valores o propiedades, mientras resuelvo un tema legal.
  • El cartón del crédito que usan aún en la actualidad las tiendas de barrio, para facilitar los bienes de primera necesidad a los vecinos, mientras reciben el pago semanal o quincenal.

La confianza aplica también para las relaciones con las mascotas, en la actualidad que está de moda tener de compañía en la casa un perro o un gato, al tomar esta decisión, se tiene la seguridad de nunca ser atacados por la mascota, o que esta les va a destruir o dañar, muebles, enseres, o cualquier otro elemento de la casa.

Siempre me había preguntado:

¿Qué es lo que hay en el interior de una persona, que hace que confíe en mí?

¿Por qué no he sido capaz de ganarme la confianza de algunas personas?

¿Cuál es el motivo que me lleva a confiar en algunas personas y en otras no?

Las respuestas a estas interrogantes las encontré en el libro, La Molécula de la Felicidad, leerlo y releerlo, ha sido un ejercicio de atención, concentración y análisis de temas que han hecho parte importante de mi vida.

Porque siempre he creído que las personas son intrínsecamente buenas y que cada historia humana por descabellada o disparatada que parezca tiene una explicación, desde el punto de vista de quien la vive.

Desde muy joven me han llamado la atención los temas relacionados con la calidez, el afecto, la buena voluntad y la confianza, pero también con la frialdad e indiferencia que caracteriza a algunas personas.

El libro es una descripción autobiográfica de todos los experimentos y planteamientos realizados por el autor a través de la investigación y la ciencia, para demostrar que poseemos una inclinación natural a la confianza, la empatía y la conducta moral.

“En el interior del ser humano hay una molécula o mensajero químico, ya sea en el cerebro o en la sangre, que es la clave de la conducta moral.

No sólo en nuestras relaciones íntimas, sino también en nuestros negocios, en la política y en la sociedad en general.”

Logró comprobar a través de varios experimentos con personas en diferentes circunstancias, lo siguiente:

“La sustancia química que existe en el cuerpo humano responsable que algunos individuos se entreguen generosamente y otros sean unos bastardos insensibles, que algunas personas engañen y roben, y a otras les puedas confiar tu vida, que algunos maridos sean más fieles que otros y que las mujeres tiendan a ser más generosas y agradables que los hombres, se denomina: Oxitocina.”

“La oxitocina es la responsable de que te emociones al asistir a una boda o que ayudes a un extraño, pero también de los grandes gestos heroicos, nos lleva de la empatía a la acción

“En la oxitocina radica la clave de las relaciones humanas, desde nuestras interacciones cotidianas hasta la riqueza de las naciones.”

En el libro encuentras que para el autor lo primero y más importante que demostró su investigación fue que:

“Para generar un incremento de oxitocina que dé como resultado una conducta más generosa, es decir para poner en marcha la Molécula Moral lo que hay que hacer es dar a una persona una prueba de confianza.

Cuando alguien proyecta sobre otro su confianza, quien la recibe experimenta un incremento de oxitocina que reduce la posibilidad que se retraiga, o de que engañe.

Es otra manera de decir que el sentimiento de ser objeto de confianza hace que la persona sea más… fiable.

Con el tiempo ello hace que otras personas se inclinen más a confiar, que a su vez genera un bucle sin fin para crear lo que puede llamarse un ciclo virtuoso y en consecuencia una sociedad más justa.”

El libro es fascinante, te recomiendo su lectura, la cual lleva a conocer lo que puede ser una receta infalible para construir entre todos una sociedad basada en la confianza, el amor, la armonía y la prosperidad que todos deseamos.

Fiel a mi propósito de compartir sabiduría te dejo con la cura milagrosa de la que tanto habla el autor en sus páginas y que es la preferida de mis expresiones de afecto y confianza:

“Para disminuir las hormonas del estrés: cortisol y testosterona e incrementar la oxitocina sintiéndote querido: Se recomiendan
Ocho (8) abrazos diarios.”

Fuentes:
Paul J. Zak – LA MOLÉCULA DE LA FELICIDAD, octubre 2012.

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