“Hay un momento en tu vida, que se denomina, no retorno, ese momento en el que tomas la decisión de dar un cambio definitivo” – DReyes
Sin mirar atrás, tomas la decisión de dar un cambio trascendental a tu vida, un giro de 180 grados.
Si no ganas el dinero que necesitas, en ese trabajo.
Si piensas que allí no te van a valorar.
Tus actividades laborales, no dan descanso.
Pero el dinero que te pagan no compensa.
Si has observado, que esos estudios no son lo tuyo.
No te dan el aprendizaje que necesitas.
Si este conocimiento que te comparten
No te hace estremecer.
Si consideras por sus actos, que tu pareja no te ama.
A la menor discusión, te alza la voz.
Quiere usar los golpes como solución.
Intenta agredirte a veces inclusive sin razón.
Puedes pensar en dejar ese trabajo.
También considerar, no seguir con esa pareja.
Te vendría bien cambiar los estudios.
Buscar otro rumbo, hasta viajar a otro país.
No lo pienses tanto.
Toma el riesgo.
Se vive una vez.
Se muere para siempre.
Dice una frase célebre:
“Es mejor perderse que nunca embarcar”.
El pasado no existe.
No lo puedes cambiar.
El futuro no existe.
Depende de lo que hagas hoy.
Busca dentro de ti, la fuerza, el coraje.
Enfrenta el miedo que paraliza.
No lo pienses tanto, no hay vuelta atrás.
Si quieres a tu vida un cambio dar.
Tu guía es la búsqueda de bienestar.
Tu brújula es tu deseo de mejorar.
Que nada te detenga.
Si crees que el cambio, es lo tuyo.
Lo puedes lograr.
Claramente tienes que dejar ir.
Aprender a soltar.
Como dijeron a la mujer de Lot*
No mires atrás.
Nadie las gana todas.
Es de humanos errar.
Todos nos podemos equivocar.
De las consecuencias no te vas a librar.
Aun así.
Suelta tus manos.
Mueve los pies.
Entra en acción.
No busques excusas.
Que tu madre no te quiso.
Que tu padre te abandonó.
Que naciste feo (a).
Declárate creación de Dios.
Con el amor como bandera.
La fe como estandarte.
Persevera, sigue adelante.
Cumple el mandamiento divino.
Amarte a ti mismo.
Valora tu singularidad.
Dios te hizo perfecto (a).
No escuches a los que digan que no se puede.
Nutre la mente, con positivismo.
Prepara tu ser, con lo mejor que encuentres.
Intentarlo es el primer paso, que se debe dar.
Dijo Sócrates, hace mucho tiempo.
“Conócete a ti mismo”
Cómo método para avanzar.
Hoy te lo recuerdo.
El autoconocimiento.
Te puede ayudar.
No tengas duda.
Atrévete.
Cambia el chip mental.
Insistiendo en mí propósito, como un método de orientación, te comparto este cuento:
“La piedra”
En lo alto de una bonita colina, muy cerquita del cielo, en una pradera de fresca y verde hierba bañada por los rayos del sol, había una piedra.
Era un bello lugar. Se elevaba sobre un valle de tupidas arboledas y zigzagueantes riachuelos. Pero la piedra no podía verlo, porque era una piedra.
En aquella colina sólo se escuchaba el canto de los pájaros y el zumbido de los insectos. Si el viento soplaba de poniente, podía escucharse también el rumor de las hojas de los árboles del valle y el danzar de los ríos. Pero la piedra no podía oírlo, porque era una piedra.
En los días de verano, los abrasadores rayos de sol quemaban. En invierno, el clima se hacía duro y el frío inundaba las praderas. Pero la piedra no podía sentirlo, porque era una piedra.
No veía, no oía, no sentía… no tenía corazón, pero de tenerlo habría sido un corazón de piedra.
Así pasaba los días la piedra o, más bien, los días pasaban sobre ella. Y los años. Y los siglos. La piedra era una piedra y no podía moverse.
Pero un día, algo cambió: en lo alto de aquella colina apareció un niño. El niño vio la piedra, se acercó a ella y le dio una patada.
-¡Bruno! ¡No se dan patadas a las piedras!, le regañó su mamá.
La piedra rodó y rodó colina abajo. Cogió velocidad. Chocó contra una roca y salió volando. Volvió a caer al suelo, rebotó tres veces y se paró.
¡Por fin! Después de miles de años la piedra había conseguido moverse y cambiar de lugar. Ahora estaba debajo de un árbol, junto a un ramillete de jacintos de los bosques. Frente al río. No era un sitio más bonito que el anterior, tampoco más feo. Pero era diferente. En realidad, a la piedra no le importó. No veía, no oía, no sentía. Seguía sin poder moverse.
Aunque puede que algo sí cambiara en ella. Os va a parecer una locura, pero si hubierais estado allí me daríais la razón: yo diría que la piedra sonreía. https://mumablue.com/blog/cuento-de-reflexion-para-leer-a-los-ninos/