“Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor…pero la violencia es practicada a plena luz del día.”
– John Lennon
Voy a empezar definiendo la palabra VIOLENCIA, según la OMS:
“Uso intencional de la fuerza o del poder físico, como amenaza, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, daños psicológicos, trastornos del desarrollo, o muerte.
Como sociedad, nos acostumbramos a la violencia, y en muchas ocasiones hasta la justificamos. ¿Qué opinas?
En el hogar:
Papá/mamá:
No grites a tus hijos, para evitar que tus hijos te griten.
No golpees a tus hijos para cortar de raíz, el concepto equivocado, que para criar bien, hay que lastimar físicamente al otro.
No permitas que los hermanos resuelvan sus diferencias con gritos o golpes.
A la violencia dile ¡no!
Hijo (a)
No grites a tus padres, no le alces la voz para hablarle.
No los lastimes con palabras hirientes o groseras.
No los empujes, no los agredas.
No apliques fuerza en sus brazos u otra parte del cuerpo, al hablarles.
A la violencia dile ¡no!
Hermano (a)
No los intimides ni les digas apodos.
No te burles de sus defectos, mira los tuyos.
No los utilices para tu beneficio.
No los grites, no les hables con vulgaridades.
A la violencia, dile ¡no!
Esposo (a)/Compañero(a):
No hables con gritos a tu pareja.
No maximices sus errores.
No uses los golpes para expresarte.
No obligues a hacer lo que no quiere.
A la violencia, dile ¡no!
A las mascotas:
No les des golpes.
No lo grites.
No los intimides.
No los dejes sin comer.
A la violencia, dile ¡no!
En la calle:
No grites al tendero o su ayudante.
No hagas groserías al que te transporta.
No contestes con vulgaridades al vecino.
No obligues a los demás a escuchar tu música.
A la violencia, dile ¡no!
En las clases:
Profesores/Estudiantes:
No se falten el respeto.
No usen la fuerza, para expresarse.
No usen la amenaza para enseñar o aprender.
No coaccionen al otro.
A la violencia, dile ¡no!
En el ambiente laboral:
No levantes la voz al hablar con tu compañero.
No uses ironías en las conversaciones.
No ofendas cuándo guíes o corrijas.
No te burles de los problemas del otro.
A la violencia, dile ¡no!
Este artículo es una invitación utópica a intentar día a día, vivir de otra manera, es una invitación a aprender a utilizar palabras amorosas como las que describo con su significado a continuación:
- Solidaridad: Relación cordial y afectuosa entre las personas.
- Respeto: Valor que permite reconocer, aceptar, apreciar y valorar las cualidades del prójimo y sus derechos.
- Comprensión: Actitud de tolerancia frente a una situación determinada.
- Altruismo: Tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada.
- Empatía: es la capacidad de comprender los sentimientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar.
Estas letras, escritas desde lo profundo de mí ser, son la certeza que la luz del amor brilla en cada ser humano, que hay que procurar buscarla y encontrarla, para compartirla con los demás.
Esta convicción de que el autoconocimiento es una gran ayuda para comprender que todos somos uno, que al dañar al otro, nos dañamos nosotros mismos.
Se resume en una invitación: Siempre, en cualquier momento, a la violencia dile ¡NO!.
Termino compartiendo este cuento infantil, que me gusta mucho:
– La historia de Tejón
Tejona iba siempre detrás de Tejón. Si Tejón quería agua, ella iba al río a beber aunque no tuviera sed. Si Tejón quería comer, ella comía aunque no tuviera hambre. Si Tejón quería pasear, ella lo acompañaba aunque estuviera muy cansada. Pero cuando Tejón dormía, aunque ella tuviera sueño limpiaba la madriguera para que estuviera todo dispuesto al día siguiente, como a él le gustaba.
Su amiga Osa le dijo un día:
– Tejona, está bien querer a alguien, pero no de esa manera.
– ¡No te metas en mi vida! Tejón me quiere. Yo también, y soy feliz a su lado – le respondió enojada a Osa.
Otro día Tejón empujó de muy malos modos a Tejona, que se golpeó con el tronco de un árbol hiriéndose en una pata. Ella, callada, agachó las orejas, dolorida, y se fue llorando. Puerco Espín lo presenció todo desde el río.
– ¿Por qué dejas que te trate así? ¡Tejón no te respeta! – le dijo cuando la vio al día siguiente.
– ¡¿Por qué te me metes en mi vida?! ¡Todo el mundo tiene enfados! – le dijo dando un rabotazo.
Una mañana Tejona se metió en lo más profundo de su madriguera y tuvo dos bebés tejones: fue el día más feliz de su vida. Osa y Puerco Espín fueron a visitarla. Llevaron unas moras, arándanos, uvas y un poco de miel.
– Te ayudarán a coger fuerzas – le dijeron dejando las viandas a su alcance. Rápidamente entró Tejón por la puerta.
– ¡Qué suerte! ¡Hum…! – dijo relamiéndose, y sin saludar siquiera, se zampó todo de un bocado.
Osa esperó a que saliera de allí y dijo:
– Tejón solo piensa en él. ¡Es un egoísta! ¿No te das cuenta?
Puerco Espín asintió ante las palabras de Osa. Esta vez Tejona abrazó a sus bebés y bajó la cabeza avergonzada. Al principio Tejón parecía contento con el nacimiento de los dos cachorros; pero poco le duró la alegría. Pronto empezó a sentirse molesto con los juegos de los pequeños y a quejarse de lo ruidosos que eran.
Transcurría el tiempo y Osa y Puerco Espín, que solo podían hablar con su amiga a escondidas para que Tejón no se enfadara, le dijeron una vez más:
– No te engañes. Si os quisiera cuidaría de ti y de los cachorros. ¿Por qué no te vas de aquí? ¡No puedes seguir así!
Tejón pasaba mucho tiempo fuera de casa y, cuando volvía, siempre estaba malhumorado, gritaba y asustaba a los cachorros que se iban a un rincón haciéndose una bola.
– ¿Por qué tenéis que vivir con miedo? ¡Tejón no es bueno con vosotros! – insistían sus amigos.
– ¡Llévatelos de aquí! ¡Fuera de mi vista! – le ordenó Tejón a Tejona nada más entrar en la madriguera, a los pocos días.
– ¡Hace mucho frío! – le contestó.
– ¡He dicho que te los lleves! ¡Quiero descansar! – gritó airado dando un fuerte rabotazo golpeando a los hermanos.
Tejona, muy decidida, hizo una señal a sus hijos para que subieran a su lomo y salió de la madriguera rápidamente. Sus amigos Osa y Puerco Espín la esperaban en el claro del bosque. Nunca regresaron a casa con Tejón.
Autora: Marisa Alonso Santamaría – Poetisa