Quien me haya regalado unos minutos en los últimos dos años, para leer mis contenidos.

Ha leído a menudo, porque lo repito de manera constante y permanente que soy una admiradora de las mujeres.

Mi abuela, mi madre, mi hija, mi hermana, mis tías, mis primas, mis cuñadas, mis amigas, mis compañeras de trabajo.

Las que viven lejos, las que nunca me han querido, las que no saben leer y escribir, las que tejen sueños para otros, entre otras que no alcanzo a nombrar.

Todas sin excepción a lo largo de mi vida, han tenido algo que me ha causado admiración y respeto.

En esta época de mi vida, en la que invierto tiempo valioso, del poco que me queda, para investigar y compartir la información de las mujeres que están haciendo en los diferentes ámbitos de la ciencia, las artes, el deporte, la música, la política y las empresas.

Cambios para transformar el mundo, buscando mecanismos para ayudar a la humanidad.

Me encuentro con la historia que te comparto a continuación, no solo ha logrado conmoverme, ha tocado las fibras más íntimas de mi ser.

Esta es la historia de una mujer real, conmovedora, virtuosa, valiente, arriesgada, para mí.

Se necesita tener una fortaleza interior tan grande como la que tiene esta singular mujer para convertirse en un ejemplo, para las demás mujeres.

A su historia, no tengo mucho que agregar, te comparto el reportaje que decidió otorgar a un medio digital de publicaciones llamado Uppers:

Carla Irún, paciente de cáncer metastásico triple negativo.

  • Esta psicóloga, de 46 años, comparte con Uppers la etapa final de su vida y celebra con nosotros todo lo bello.
  • Hace solo unos meses recibió un diagnóstico irreversible y ha decidido narrar el proceso en su cuenta de Instagram.
  • Su propósito es hartarse de dar las gracias y mostrar una manera diferente de encarar la enfermedad y la muerte.

Carla Irún, psicóloga de 46 años, no puede esperar a que escampe la tormenta. En un tiempo récord está aprendiendo a bailar bajo la lluvia.

Paciente de cáncer de mama triple negativo metastásico y con un pronóstico de vida muy escaso, sabe que el tiempo corre inexorable y quiere apurar la vida hasta el último soplo.

Lo primero que ha hecho ha sido darse el placer de vivir, sin contar los días que le quedan y apurando el instante. Puede que a nuestra soberbia humana le cueste entender su forma de apechugar con la muerte cuando parece inminente, pero nadie le va a frenar sus ganas de celebrar la vida.

Unos meses de gracia para decir adiós

Uppers ha tenido el privilegio de contar con su testimonio en primera persona, aunque ella dice que la privilegiada es ella:

«La enfermedad me está dando unos meses de gracia para poder despedirme y me siento en la obligación de hacerlo con elegancia, belleza, honestidad y gratitud.»

Su crónica arranca en el momento en el que nota algo extraño en el pecho, hace año y medio.

«Pensé que no debía asustarme. Habían pasado seis meses desde mi última revisión y todo había ido bien. Una biopsia confirmó el cáncer de mamá.»

Tras 16 sesiones de quimioterapia, una cirugía y otras 12 sesiones de radioterapia, supo que el cáncer avanzaba sin piedad. Necesitó otros seis meses de quimioterapia, esta vez aún más fuerte.

«Hoy mi cáncer es tan agresivo que es metastásico y se ha diseminado a la pleura», explica.

«La mente tira de mí»

Ella misma se sorprende de su fortaleza mental. «Físicamente, mi cuerpo tiene limitaciones, pero la cabeza tira de mí y es importante porque necesito emprender este camino con naturalidad».

Como psicóloga y por su vocación innata por el ser humano, cree que puede aportar mucho en este proceso, aunque sea duro y aunque haya tenido que vencer su timidez y, de alguna manera, quebrantar su intimidad para compartirlo.

«Por mi naturaleza, por mi profesión y por herencia familiar, siempre he sido una mujer discretísima, pero ahora necesito contar mi experiencia vital y hablar de los sentimientos que me invaden. Estoy dejándome llevar por el corazón». Como dicen, ahí está la boca del sabio.

Directora de Recursos Humanos, madre de una niña de 13 años y casada con un hombre que le está demostrando un amor «infinito», Carla no se libró de ese momento de perplejidad que sucede a un diagnóstico fatal. «Lo peor -dice- es abrir los ojos por la mañana y ser consciente de que no ha sido un mal sueño. Es real, padezco un cáncer de mama metastásico muy agresivo y lo tengo que aceptar». Entonces decidió aprehender el tiempo, con sus horas y minutos. No desde el desconsuelo, sino desde la serenidad, la esperanza y la exaltación de la vida. Cuidadosamente, pero con firmeza.

Lo primero que le inspira ese corazón que ahora rige su vida es la gratitud como la manera más exquisita de despedirse.

Se ha tomado un tiempo para hacer inventario de razones y personas por las que agradecer a la vida. Esto va a marcar una gran diferencia con respecto a muchos pacientes en su situación. Su actitud atrae grandes cosas, como el amor incondicional de la gente que la ama y respeta.

«Ahora mismo me siento abrumada por todo el cariño que estoy recibiendo. Quiero hartarme de amar y de expresar las gracias a todos los que han contribuido a darme felicidad. Esto me alivia el dolor y me ayuda a apreciar más intensamente la vida. Es maravillosa, incluso en los momentos de mayor sufrimiento. Vivir es un regalo inmenso que quiero aprovechar hasta el último segundo».

Hay una forma menos dramática de afrontar el fin de la vida

Se siente especialmente afortunada por conocer a tiempo un diagnóstico que es irreversible. Le permite gestionar este proceso de una manera eficiente y anticiparse a la vida familiar sin ella. No sabe si llamarlo valentía, pero sí hará que se marche «serena, feliz y satisfecha con la vida y con mis seres queridos».

Entiende que todo esto es duro de comprender, sobre todo porque nadie nos enseña a asumir ni el cáncer ni la muerte.

Por eso, ha abierto una cuenta de Instagram que tiene como propósito romper mitos y mostrar que existe una forma menos dramática de afrontar la enfermedad. Con sinceridad, valentía y mucha calma.

Para terminar, este reportaje me ha hecho pensar en una frase que uso de manera jocosa:

“Nadie va a salir vivo de aquí”.

Sin embargo, Carla me ha enseñado con su gran ejemplo, que en cada uno habita esa fuerza para enfrentar la enfermedad y la muerte, con aceptación, paz y amor.

Me pregunto, ¿Cómo enfrentaría yo una situación como ésta?

Te pregunto, ¿Cómo la enfrentarías tú?

Fuentes:

https://www.uppers.es/salud-bienestar/noticias-salud/20230828/carla-irun-paciente-cancer-metastasico-triple-negativo-vida-regalo_18_010279398.html

https://www.instagram.com/reel/Cu3uQz-IomI/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading

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