“Andamos sin buscarnos, pero sabiendo que andamos para encontrarnos.” – Julio Cortázar

¿Por qué razón sufren los amantes?

Las amantes experimentan sufrimiento, principalmente debido a la desaprobación social que acompaña su papel como terceras en discordia. Este sufrimiento se agrava cuando un involucrado no puede tomar una decisión entre las dos relaciones o, de manera más problemática, elige mantener ambas sin ser completamente honesto con ninguna de ellas.

historia de amantes prohibidos

Hace unos día, me contó Kata que la canción del genero vallenato de la que a voy a compartir la letra, se la dedicó Alberto, representante de ventas de un proveedor de la empresa donde ella trabaja, él va a recoger pedidos, una vez a la semana en horas de la tarde.

Alberto amable y educado, cada vez que va a la empresa le ha llevado un chocolate a cada una, otras veces se aparece con una fruta o una flor, solo que cuándo se acerca a ella, le retiene unos cuantos segundos más la mano, mirándola sostenidamente.

Me decía ella, que al principio comentaban entre todas, que era cálido, que era amable, que era inteligente y culto, por su forma de hablar, era evidente que conocía perfectamente los productos que representaba.

Siempre bien vestido e impecable en su presentación, con ese suave olor a colonia fina, de estatura baja, moreno, de ojos café oscuros, de contextura más bien gruesa.

Semana a semana todas sus compañeras y ella incluida, esperaban verlo llegar, no solo por sus gestos amables y coquetos, sino también por el detalle que pensaban podía traer para sorprenderlas.

Nunca pensó Kata que se fijaría en ella, menos que le podía hacer una propuesta que, a todas luces, era indecente.

Alberto le había dicho en una oportunidad sin que nadie lo notara, que sabía por su anillo de casada, que su corazón estaba ocupado.

Pero que se le notaba tristeza en los ojos, que si darle un toque diferente a su vida, sin compromisos y con total discreción.

Le brindaba la oportunidad de vivir una experiencia caliente, chispeante y divertida, solo seamos AMANTES, le dijo suavemente al oído, con un guiño sugestivo, dedicándole la canción.

amantes

De Elder Dayán Díaz y Rolando Ochoa

Tu corazoncito está ocupado yo lo sé
Pero tú me gustas y nadita puedo hacer
Te tengo una propuesta, ¿la tomas o la dejas?
Yo solo espero y quiero prontico una respuesta…
Seamos amantes
Me llamas un ratito a mí de tarde en tarde
Lo que yo quiero es que me comas a besitos
Y hacerte unos truquitos que yo quiero mostrarte
Seamos amantes
Me sacas un ratito a mí de tarde en tarde
Lo que yo quiero que me comas a besitos
Y hacerte unos truquitos que yo quiero mostrarte
¡Ay, déjame morderte esa boquita nada más!
¡Ay, quiero mil quinientos besos tuyos nada más!
¡Ay, llámame o te llamo di la hora y eso está!
Aprovecha que esta promoción no viene más
Seamos amantes
Me sacas un ratico a mí de tarde en tarde
Lo que yo quiero es que me comas a besitos
Y hacerte unos truquitos que yo quiero mostrarte
¡Ay, seamos amantes!
(Pero no le digas a nadie solo tú y yo)
¡Ay, mi amor! y nos terminó gustando
(Más de lo que pensábamos)
Seamos amantes
¡Ay, seamos amantes!
Portémonos mal, pasémosla bien

¿Ser la amante?

La sola palabra AMANTE, la asustaba, nunca había pensado en un tema como este, se había casado completa y totalmente enamorada, aún lo estaba, pensaba para sí.

Jamás había pensado en que alguien pudiera fijarse en ella, ni mucho menos tener ningún tipo de relación que no fuera con su esposo, mucho menos se le había pasado por la cabeza tener un amante.

Sin embargo, el insistente galanteo de Alberto, sus palabras bonitas, sus detalles, de repente la hizo pensar en su esposo, y como en los últimos años había cambiado tanto su relación.

Físicamente su esposo seguía siendo un hombre muy atractivo, alto, delgado de ojos claros, inteligente, responsable y serio, a ella le gustaba muchísimo, pero el ya no era el mismo con ella.

Sus más de doce horas laborales, lo hacían llegar a la casa agotado, sin ganas ni de hablar.

Lo importante en las conversaciones, era que las cuentas por pagar estuvieran al día y que no faltara nada en casa, esto se cumplía a cabalidad.

Mientras los primeros años la cama era un lugar mágico, al que los dos anhelaban llegar, porque no solo era el escenario dónde sus cuerpos se comunicaban de manera sublime y perfecta, también era el sitio de conversaciones relacionadas con sueños compartidos.

Hoy día era el sitio más deseado solo para dormir, podían hacer un concurso sobre quien se dormía primero, inclusive a veces había quejas por exceso de cercanía, causando molestias en los brazos.

Recordaba con nostalgia que hubo una época en el que la lucha de almohadas era el inicio de encuentros cálidos, apasionados, de ensueño.

Ahora la única lucha era por quien dormía con la almohada que mejor le acomodara.

Hoy tener relaciones sexuales era cuestión de aprovechar el tiempo, entre más rápido mejor, la magia del erotismo y de extender el deseo ya no tenía importancia.

Ella había subido unos kilos, y se cuestionaba si tenía que ver con esto.

Recordaba con nostalgia, que observarse mientras se vestían, era no solo momentos de admiración divertidos en los que las calientes caricias mutuas, hacía parecer que sus cuerpos estuvieran imantados.

Los besos húmedos e intensos, con lenguas enredadas y respiración entrecortada ya no se los daban.

Muy lejos habían quedado las sesiones de caricias de la cabeza a los pies, con juguetes para explorar las sensaciones del cuerpo, igual que los concursos de quien aguantaba más antes de subir al cielo, de los primeros años sin percatarse siquiera había desaparecido.

Pensando con detalle, había caído en cuenta que excepto los besos distraídos de mariposas de los saludos, la alegría y energía que los caracterizaba al verse, no existía.

Los cumplidos y las palabras bonitas cada vez eran más escasas, resaltar los defectos se habían vuelto más notorios, de parte y parte; cada vez importaba menos lo que ella opinara o dijera.

Las salidas a bailar o cenar, las celebraciones de fechas especiales también iban en decadencia, casi se habían vuelto un compromiso, ¿dónde había quedado el entusiasmo de los primeros años? se preguntaba.

Con tristeza observaba que los momentos divertidos de chistes, risas, cosquillas, cada vez eran más escasos, se estaban yendo al olvido.

Se sonreía a solas al pensar que alguien que no la conocía realmente, y en quien ella nunca se había fijado, le pedía a través de una canción 1.500 besitos nada más.

Nunca conversaba con las compañeras de trabajo de un tema tan íntimo, mucho menos preguntarles a ellas, como era su relación de pareja.

En un momento de desahogo, me contó todo esto una mañana mientras tomábamos un café, y me preguntó cuál era mi opinión.

No supe que responder, las dos nos suspiramos profundamente.
¿Qué le dirías tú?

De repente, en medio de la conversación, hablando de lo divertida que le resultaba la canción vallenata de Elder Dayán, que le había dedicado Alberto, que cuando la escuchaba no solo se reía sola, sino que también le daban muchas ganas de bailar.

Me dice con cara de sorpresa:
Escuchando este tema, de repente he caído en cuenta que hace meses, mi esposo todo el tiempo que estaba en casa, inclusive cuando van en el carro, de manera repetitiva, escuchaba y hasta tarareaba bajito una canción, que no es precisamente vallenato.

La busca en internet en su celular y cuando empieza la melodía, nos miramos igual de ¡sorprendidas!
La letra de la canción es la siguiente:

Amantes

De Greeicy y Mike Bahía


Si lo nuestro no está bien
Sin querer uno se enamora
Si contigo, yo la paso bien
Así sea por un par de horas
(Por un par de horas a solas, Mike Bahía)
Somos amantes, inocentes de lo que estamos sintiendo
Tengamos un secreto y que nadie sepa de eso
Lo hace más interesante, lo sé
Apaga el celular, que nadie nos moleste
Donde nadie nos encuentre, voy a llevarte
Amantes, aunque pertenecemos a camas diferentes
Aunque juzgue la gente
Somos amantes, aunque pertenecemos a camas diferentes
Ya no importa la gente
Si lo nuestro no está bien (No está bien)
Sin querer uno se enamora (Sin querer uno se enamora)
Si contigo yo la paso bien (Tú sabes que la paso bien)
Así sea por un par de horas (Por un par de horas a solas)
¿Quiénes son ellos para juzgar lo de nosotros?
Sé que suena un poco loco, pero contigo la paso bien
Si me preguntan, ¿por qué lo hice?
Él llenó mis tardes grises
¿Y al corazón quién lo contradice?
¿Y si le pido que sea mi nena?
Poder para siempre tenerla
Sabes que quiero, pero el destino nos volvió
Amantes, aunque pertenecemos a camas diferentes…
Aunque juzgue la gente.

¿Las circunstancias individuales justifican tener un amante?

Para cerrar, me preguntó Kata como si un rayo de luz hubiera iluminado su mente:

¿Será que mi esposo tiene una AMANTE?

Será por eso por lo que ha cambiado tanto conmigo, y por eso repite esta canción como un himno.

Me quedé muda.

¿Qué contestarías tú?

Cambios en los Sentimientos

La percepción de dificultad en las relaciones a medida que pasa el tiempo puede surgir debido a la rutina, la falta de comunicación y los cambios en los sentimientos a lo largo de la vida. La monotonía diaria y la pérdida de la novedad inicial pueden llevar a la búsqueda de emoción y pasión fuera de la relación principal. Sin embargo, considerar un amante como solución a estos desafíos podría no abordar las verdaderas raíces del problema.

Es esencial abordar las dificultades en la relación principal mediante la comunicación abierta, la revitalización de la conexión emocional y la búsqueda de soluciones internas. La honestidad y la transparencia en la pareja, junto con el esfuerzo compartido para reavivar la chispa, son enfoques más saludables y sostenibles que pueden fortalecer la relación a largo plazo.



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    Un comentario de “AMANTES

    1. Daniel dice:

      Nace del deseo intrínseco del ser humano de conocer y saber más del individuo, buscando variedad de sensaciones y sabores. Es innato ser curioso. Por eso el deseo de explorar otros senderos que nos lleven a diferentes puertos.

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