LA TAZA LLENA

Dice la leyenda que un estudiante acudió a la casa de un gran maestro Zen.  

Al llegar se presentó a éste, contándole de todos los títulos y aprendizajes que había obtenido en años de sacrificados y largos estudios. 

Después de tan sesuda presentación, le explicó que había ido a visitarlo para que le aceptara como alumno.

Por toda respuesta el maestro se limitó a invitarlo a sentarse y ofrecerle una taza de té. 

Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro vertió té en la taza del estudiante, y continuó vertiendo té aún después de que la taza estuviera llena.

Consternado, el estudiante le advirtió al maestro que la taza ya estaba llena y que el té se escurría por la mesa. 

El maestro le respondió con tranquilidad: 

– Exactamente. 

Usted ya viene con la taza llena ¿cómo podría aprender algo? –y ante la expresión incrédula del estudiante, el maestro enfatizó:

–   A menos que su taza esté vacía, no podrá aprender nada. 

Hay que vaciarse para poder llenarse, una taza solo sirve cuando está vacía. 

No hay nada que se pueda agregar a una taza llena. – Autor Desconocido

En mi época de estudiante de secundaria recuerdo con afecto y nostalgia, cuando los profesores nos ponían una tarea de investigación para exponer en clase o presentar un trabajo escrito.

Si en la casa no había una enciclopedia para investigarlo, me tocaba ir a la Biblioteca Bartolomé Calvo, que estaba ubicada en el centro de la ciudad.

Así que todo el proceso tardaba algunos días y existía la probabilidad que el libro que estaba buscando ya alguien más lo hubiera prestado con anterioridad, para hacer su tarea (sonrío al recordar el desosiego de esos días).

A esto había que sumarle las muchas horas dedicadas a estudiar, repitiendo incontables veces como loro para realizar la exposición en clases o tecleando por horas en la máquina de escribir para presentar el trabajo escrito.

Hoy que todo, todo, todo, está en par de segundos de mover unas teclas y tocar el botón del ratón en un clic con nuestro amigo Google, o solamente tocar la pantalla táctil del móvil, los adolescentes no tienen ni idea lo que significaba esto.

Vivimos una época maravillosa, desafiante, en la que obtenemos tanta información que a veces cuesta trabajo diferenciar la información confiable de la que es falsa.

Nuestro cerebro recibe al día millones y millones de datos, que hay momentos en que es casi imposible asimilar al mismo tiempo todo.

Conseguir información sobre cualquier tema es mucho más fácil, pero, aprender y desaprender siguen siendo procesos interiores.

Es decir, desde los inicios de la historia de la humanidad hasta la fecha, la capacidad cerebral para aprender utiliza el mismo proceso:

Repetir, repetir, repetir, repetir, repetir, hasta que se logra que el cerebro realice los circuitos neuronales necesarios para grabar la información.

No hay un ser humano que no pase por este proceso, desde la niñez, se puede observar desde que él bebe inicia los procesos para hablar, gatear, caminar, jugar, entre otros tantos, que la lista casi es interminable.

Aprender es un proceso continuo que acompaña al ser humano desde el inicio hasta el fin de sus días.

Lo curioso es que también el ser humano a lo largo de su vida, requiere desaprender.

Para desaprender el proceso cerebral, según la neurociencia es de sustitución, que no es tarea menor.

En este proceso vital se plantean las siguientes preguntas:

  • ¿Por qué cambiar?
  • ¿Para qué cambiar?

Ambos planteamientos interiores tienen que ver con “la motivación básica de toda acción humana que tiene como objetivo: Una mejora de algún tipo.”

Un análisis profundo y sincero de nosotros mismos y la definición del propósito de vida, que es una tarea que se requiere enfrentar, en algún momento de la existencia.

La decisión irrefutable de cambio, en muchas oportunidades se da también al llegar a un punto de inflexión.

Por ejemplo, si la salud se ha visto afectada por los malos hábitos alimenticios (incremento de los niveles de colesterol, triglicéridos, azúcar, hígado graso), se llega a la conclusión interior de requerir nuevos hábitos alimenticios, hacer ejercicio físico, etc.

La humildad de reconocer la necesidad de cambiar, impulsa al ser humano en muchas oportunidades a buscar ayuda.

Es en ese momento de vulnerabilidad que se comprende, que se requiere a veces de una mano amiga, a veces de un profesional que oriente sobre la dirección o los pasos a seguir.

¿Qué necesitamos hacer para desaprender algo aprendido por años?

Repetir, repetir, repetir, repetir, repetir, la nueva información hasta lograr que nuestro cerebro desarrolle nuevos circuitos neuronales que sustituyan la información anterior.

Para lograrlo, necesitamos:

  • 1 – El control voluntario del pensamiento y
  • 2 – La intención consciente de hacerlo.

No es fácil o es una tarea complicada, me dicen muchos al conversar sobre cambios trascendentales en sus vidas.

Romper paradigmas o creencias mentales limitantes, puede ser tan lento, tortuoso y en ocasiones doloroso, como sacar una uña enterrada de un dedo del pie.

Se requiere tomar una decisión inquebrantable como el acero, insistir, persistir y nunca desistir.

Nada que valga la pena es fácil de conseguir, lo sé por experiencia propia.

Sin embargo me emociona saber que puedo contribuir al cambio positivo de otro ser.

Me fascina ese regalo divino de no descansar en la búsqueda de aprender y obtener mejores conocimientos para crecer como individuo y ponerlo al servicio de la humanidad.

Comprometida con compartir sabiduría te dejo este texto de Francisco Alcaide:

“APRENDER.

Se aprende a través de la práctica y la repetición. Tu capacidad de aprender es tu principal activo y la mejor forma de aprender es de los mejores.

DESAPRENDER.

A menudo, para tener éxito hay que aprender a NO hacer lo que nos han enseñado a hacer. Suena contundente, pero es cierto.

Desaprender la mayor parte de las cosas que nos han enseñado es más importante en muchas oportunidades, que aprender.

Mucho más, diríamos. Con bastante frecuencia:

Lo que nos impide avanzar en la vida no es lo que desconocemos, sino lo que creemos que sabemos y es falso.

Todos razonamos, y razonar no es malo, pero razonar siempre parte de unas creencias, y muchas veces esas creencias son completamente falsas.

Por eso, toda creencia si es limitante, debería ser revisada cada cierto tiempo, algo que nos cuesta mucho a los humanos.

Nuestro cerebro se resiste a cambiar la imagen que tiene del mundo, por eso es tan difícil convencer a la gente de que está equivocada.

De todo ello se extrae una conclusión:

Para desaprender y así poder volver a aprender, hay que tener una cierta actitud de humildad.

Actitud que evita que seamos presa del orgullo que nos lleva a aferrarnos a paradigmas antiguos y quedar así estancados.

Es importante advertir que si tu vida no es como te gustaría que fuese hay algo que no sabes o que no estás haciendo bien, y por tanto, tal vez debería ser bueno revisar creencias, que determinan nuestra forma de pensar y actuar, y por tanto, lo que conseguimos y no conseguimos.”

Fuentes:

https://psicologia-barcelona.org/2020/02/04/psicologia-desaprender-para-aprender/

https://www.youtube.com/watch?v=hxStJZlWDa4

https://www.linkedin.com/in/inmagom/recent-activity/all/

https://www.franciscoalcaide.com/blog-francisco-alcaide-2/249-dos-acciones-que-te-haran-llegar-muy-lejos

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