“La cultura del envase en la que estamos inmersos, no nos deja pensar en el contenido, en lo que llevamos por dentro, en eso que no vemos”- Doris Martínez

Cuando miras las fotos que publico en las redes sociales o en la página web www.atreveix.com.

¿Qué ves? 

A menudo me pregunto si logro transmitir lo que siento, pienso y escribo.

Si soy capaz de hacer que pienses y veas más allá de mi exterior, si logro llevarte a ver, lo que pienso, o lo que siento por dentro.

Eso que me motiva a escribir y compartir mis vivencias y experiencias…

Te cuento que en las vivencias en este país lejano, en el que he tenido la oportunidad de conocer personas de diferentes nacionalidades.

Me he dado cara a cara con la sorpresa que ahora más que nunca, sin importar la ubicación geográfica.

Hago parte de una cultura, que al parecer no le interesa en lo más mínimo, lo que llevo por dentro, mis inquietudes, mis dudas y preguntas existenciales.

Ni mis historias y mucho menos mi prehistoria.

Confirmando lo que alguna vez dijo, el periodista uruguayo Eduardo Galeano: 

“Estamos en plena cultura del envase. 

El contrato de matrimonio importa más que el amor; 

El funeral más que el muerto; 

La ropa más que el cuerpo; 

El físico más que el intelecto y 

La misa más que Dios. 

La cultura del envase desprecia los contenidos”. 

Pregunta repetida me la han hecho tantas veces que ya perdí la cuenta: 

¿Cuánto te costó la cirugía de la cola (las nalgas)?.

Le sigue en orden de número de veces la pregunta: 

¿En Colombia las cirugías plásticas son buenas y baratas? 

También me han dicho y preguntado en repetidas ocasiones: 

En serio, ¿nunca te has hecho una cirugía plástica?

Por ser colombiana, tristemente también en muchas ocasiones, me han preguntado por la coca y el narcotráfico.

Esta constante explicación del tema exterior, de lo que ves cuando me miras, me ha llevado a concluir, que la mayoría de las personas están distraídas, solo con lo que ven.

El contenido o lo que va por dentro, los pensamientos, los sentimientos, al parecer no es del interés de nadie.

Esta insistencia solo en lo que se ve, hace que se pierda uno de conocer los pensamientos, emociones y sentimientos del otro.

Llevando a muchas personas a sentirse solas, aunque estén rodeadas de otros seres humanos.

La cultura del envase, está tan extendida que se hacen tendencias sobre si estar a la moda, tiene que ver con tener curvas pronunciadas o estar extremadamente delgada.

La ropa hay que llevarla, dependiendo lo que diga un diseñador en un sitio lejano, convirtiendo a las personas en maniquís humanos.

El cabello debe llevarse largo o corto, según los rangos de edades, dicen otros expertos en temas triviales.

También se califican  o clasifican a las personas, según la marca de ropa o calzado que usa, haciéndome recordar un dicho que le oía decir a mi abuela:

“El hábito no hace al monje”.

Ese afán desmedido de ser y parecer, lo que ordenan las tendencias para encajar en los moldes sociales.

Parece estar llevando al mismo tiempo a los seres humanos, a situaciones interiores de desosiego inimaginables.

Porque dicen todo el tiempo en la prensa, que las tasas de suicidio en el mundo se han incrementado, sin importar edades, profesiones o estratos sociales.

Lastimosamente, la soledad que abruma el alma adentro, lastima tanto a nuestros seres más cercanos, como a los artistas que tanto admiramos. 

Te cuento que nadie me ha preguntado, si en Colombia es cierto que se encuentran las más bellas esmeraldas.

Nadie se ha interesado en saber si vengo de un sitio hermoso, donde se unen al tiempo el cielo y el mar.

Nadie sabe que nací en la sabana, de ahí que me fascine el olor a tierra mojada.

Tampoco me ha preguntado por los extraordinarios libros de Gabriel García Márquez.

A nadie le he contado que en Colombia se cultivan los más deliciosos y fragantes mangos, que cuando pruebas uno, tienes que volver a probarlo.

En cambio a las personas les interesa si uso maquillaje de qué marca, o el tipo de shampoo que uso para lavarme el cabello.

Han olvidado preguntarme si me gusta leer, si me gustan los atardeceres, si escucho música y me gustan cuales canciones.

Que cosas me causan risa o que otras provocan mis lágrimas.

Cuando me ves, y miras solo mi exterior, eso que ves solo con los ojos, pierdes de vista lo más valioso que tengo.

Mis características únicas, individuales, esas que no saltan a la vista con solo mirarme.

Esas que te comparto, aquí en mis notas personales.

Creo yo que los seres humanos en general, sin que siquiera, los más cercanos lo noten, en su interior han callado un grito desesperado, que nos está ahogando, gracias a la hoy reinante cultura del envase.

Hay que insistir en rescatarnos unos a otros, a través de lo único que puede salvarnos: el amor.

Para confirmarlo te dejo este breve fragmento del libro EL PRINCIPITO de la autoría de Antoine de Saint-Exupery, que se explica por sí mismo:

“—Adiós —le dijo.

—Adiós —dijo el zorro—. 

He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: 

Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.”

https://lamenteesmaravillosa.com/solo-se-ve-bien-con-el-corazon-lo-esencial-es-invisible-los-ojos/

https://revistacontactord.com/la-cultura-del-envase-y-el-uso/#:~:text=Tal%20como%20dijo%20el%20periodista,del%20envase%20desprecia%20los%20contenidos%E2%80%9D.

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