En ese viaje al interior, me acerque a mi adolescencia…y aunque los tacones, los vestidos bonitos, las fiestas, las primeras miradas fugaces de los primeros amores, le dieron un cambio a esa época…
Admito, que hubo mucho sufrimiento, mucho miedo, mucho dolor interior, mucho dolor físico, mucha incertidumbre, mucho pesar, muchos castigos…
Por eso a la adolescente que vive en mi…la invito en las noches a bailar, la invito a vibrar con la inocencia de los primeros besos… le digo al oído, que no se angustie tanto, que eso que tanto teme, no pasará…que disfrute todo lo que el despertar hormonal le trae, que lo disfrute… que los problemas de los adultos no son su responsabilidad.