“Recuerda que el trabajo bien hecho hace bien al que lo realiza, lo convierte en un hombre mejor”. George S. Clason
Llegaba el año 2.000 cuando en la empresa que trabajaba en esa época, me asignaron un teléfono celular, que novedad y que orgullo. Eso decía no solo que era empleada de confianza, si no también que era valorada por los dueños de la empresa.
Lo que mi ignorancia de esos años no imaginaba, era que ser empleada de confianza y tener un celular, me iba llevando al famoso 24/7 que hoy tanto defienden los empleadores, proveedores, clientes exigentes, el mundo interconectado y demás, situación que la pandemia que vivimos desde el año 2020, ha acrecentado.
El año 2020, trajo un virus con corona de tierras lejanas, que a todos nos cambió la vida. Los gobiernos cerraron fronteras, ciudades, pueblos y veredas en aquel momento. Sin aviso ni permiso, quedamos encerrados en la casa (hogar), donde habitábamos en ese momento histórico.
Los que teníamos portátiles, tablas o celulares, en casa nos volvimos sus esclavos, y los que no tenían, se endeudaron para comprarlos. Gracias a esto hemos desterrado de nuestras vidas hogareñas, la privacidad, está ya no existe.
Más de 1 año después, 24/7, significa que hemos subordinado nuestra vida, a la vida laboral, gracias no solo al celular, sino también a todos los avances digitales. Es decir, debo estar conectada y disponible para todos los partícipes de mi actividad laboral, las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Es así como mi vida laboral dice, que debo atender llamadas de celular a cualquier hora del día o de la noche, atender mensajes de WhatsApp incluyendo los domingos, asistir a reuniones de Zoom sin importar si estoy en ese momento en rol de madre, amiga, hija, hermana o esposa.
Los clientes están convencidos que no tengo derecho a horario ni fecha en el calendario para atenderlos, llaman y escriben sin importar si el almanaque tiene el día coloreado de rojo como domingo o festivo.
Necesitamos comunicarnos, también dicen los proveedores, ponga cita por Zoom, o por Teams, que tu vida personal a mí no me importa, importante es cumplir con el presupuesto. El gerente se metió en mi casa, el Whatsapp también me manda.
Como soy una empleada indispensable, nadie se pregunta si esta intromisión en mi vida personal y familiar, me hace feliz, o más aún si haber entregado mi tiempo de manera permanente a una empresa, me ha permitido ser abundante y próspera en el manejo del dinero.
En la nueva normalidad, las empresas aseguradoras y el Ministerio del Trabajo, trabajan sin cesar, para que entendamos que esta esclavitud laboral, o hiperdisponibilidad también se puede llamar “Trabajo en Casa”, “Teletrabajo” y “Trabajo remoto”.
En este afán lucrativo de los que manejan el mundo, las finanzas y los números, nadie se pregunta, si el trabajo que realizo me genera bienestar, si el trabajo que realizo sin importar el lugar ni la hora, me hace crecer como persona, como ser humano, como individuo. Lo importante es que hay que vender, el cómo, no lo dicen las nuevas normas que los gobiernos han tenido que elaborar.
Las aseguradoras de riesgos laborales, trabajan sin cesar, creando normas que ayuden al bienestar, de la sociedad, ¿de cuál sociedad, me pregunto yo?, si ya como empleados no tenemos derecho casi que ni a suspirar por nosotros mismos.
Lo peor de esta hiperdisponibilidad laboral, es que los índices de estrés laboral están disparados, no sé cómo los miden, porque a mí nunca me han preguntado, pero el común denominador es el mismo para todos, vivimos interconectados, pero lo que me gano como salario por entregar mi vida al trabajo, a mí no me alcanza.
Sin embargo, nadie se acuerda, ni yo misma había leído que en el artículo 4, numeral b., de la Ley 2088 de 2021 – se habla de un derecho fundamental:
“Desconexión laboral. Es la garantía y el derecho que tiene todo trabajador y servidor público a disfrutar de su tiempo de descanso, permisos, vacaciones, feriados, licencias con el fin de conciliar su vida personal, familiar y laboral. Por su parte el empleador se abstendrá de formular órdenes u otros requerimientos al trabajador por fuera de la jornada laboral.”