“Tu dolor tiene dos niveles: el dolor que creas ahora y el dolor del pasado que aún vive en tu cuerpo y en tu mente.”
– Eckhart Tolle

Hace unos años, en esa insistencia mía de entender de qué iba mi vida, me recomendaron ir a visitar una persona, que decían que sabía de la terapia bioenergética.

Sin tanto pensarlo visité a esta mujer que decían era adivina, que, con solo mirarte a los ojos, podía leer lo que te sucedía, que tenía manos mágicas para ayudar a los demás.

Al sitio había que ir vestida de blanco, para no interferir con las energías, la cita había que pedirla con 30 días de anticipación, porque siempre tenía mucha demanda.

Era en un sitio lejano, en medio de la naturaleza, había tal fila de carros, que creí al llegar en el taxi, que me había equivocado en la fecha de la cita.

Al entrar al sitio, un total silencio llenaba la estancia, cada persona que esperaba estaba en un cubículo diferente, es decir yo no podía mirar a nadie y a mí no podían verme.

El olor a clavos, canela e incienso inundaba el ambiente, cuando me anuncié a través de un vidrio esmerilado, me dijo una voz suave y tenue, su turno favor espérelo en el lugar #7, este le ha sido asignado.

Ni en una cita médica me había sentido tan ansiosa y nerviosa, el tiempo se me hacía eterno y lo peor es que no lograba ver ni escuchar nada, como si estuviera completamente sola en ese sitio alejado y extraño.

Unos minutos antes que se cumpliera la hora de mi cita, me dijeron que debía quitarme los zapatos y pasar a un salón, al entrar el humo con olor a vainilla y flores me recibió, un sitio a media luz, en el que no podía ver con claridad quien me esperaba.

Una voz muy suave y amable, me dijo adelante mujer, te esperaba hace años, yo con el corazón latiendo a mil por hora, pensaba para mí, en que locura me estoy metiendo.

Siéntate me dijo, y por fin pude mirar de frente a la mujer que me esperaba, alta, delgada, morena, de ojos color miel, moño elevado, vestido blanco largo, estaba descalza.

Mirándome fijamente me dijo mi nombre es Luz, cuéntamelo todo, o pregúntame todo lo que quieras saber, tengo todo el tiempo del mundo para ti.

No sé qué tenía en su mirada esta mujer, pero sentía que me escaneaba, yo no podía dejar de mirar las velas blancas encendidas por todos lados, en algún lugar del salón se escuchaba el sonido de una corriente de agua.

Mientras miraba todo, tratando de asimilar lo que observaba e intentando que mi cerebro se conectara con mi boca, para poder hablar, extendió su mano y me pidió que le mostrara mi mano izquierda, la que sujetó suavemente.

Me confirmó el día 7 como el día de mí de nacimiento y me hizo broma con el tema del año 69, comentó que todos los que nacían en esa fecha, se decían apasionados.

Mirando mi mano, pidió en tono casi de susurro que le contara porque estaba yo allí, que le dijera cuál era la motivación que me había llevado a ir con ella.

No lograba decir una palabra, me había quedado muda, absorta en mis pensamientos y motivaciones para ir a ese sitio.

Al apretar ella mi muñeca izquierda y expresar con un gemido un poco de dolor, volví a mirarla a los ojos, preguntándome ella, si el dolor era agudo o tolerable, que si lo sentía hace rato, o que si no me había dado cuenta antes, que tenía dolor en ese sitio.

Al fin logré decirle que había ido allí, porque había leído que la bioenergética ayudaba a desbloquear la energía para que fluya en el cuerpo, disminuyendo la percepción física del dolor, y yo tenía mucho, creí que tal vez pudiera ayudarme.

Me mira fijamente, y me pregunta, ¿Qué crees que te duele más, el cuerpo o el alma?

Nuevamente las palabras se me atragantaron en la garganta y mares de lágrimas empezaron a salir por mis ojos.

Cuando por fin logré detener la lluvia de llanto pude decirle, la verdad, no sé, pero quiero que me oriente, sobre como disminuir por lo pronto el dolor de los tobillos, de las pantorrillas que llega me hasta las rodillas.

Me soltó la mano y me pidió que pasara a otra estancia que hasta ese momento no había notado que estuviera allí, porque estaba cubierto por unas cortinas de seda blanca.

Me dijo, acuéstate en el piso, extiende los brazos hacía arriba, lo hice y encendió a mí alrededor 4 velas pequeñas blancas que empezaron a emanar un suave olor a vainilla, se sentó detrás de mi cabeza y colocó sus manos en mis sienes.

Realizó unos masajes circulares mientras empezó a sonar una suave melodía, posteriormente, con algo que parecían unas piedras blancas empezó a masajear lentamente el cuello, luego siguió con los brazos.

Estas se sentían como imanes que se adherían a mi piel, en unas zonas más que en otras, el dolor era casi insoportable.

Como una forma de distracción, Luz empezó a entonar una ligera canción que parecía más una oración, en la medida que iba moviéndose alrededor de mí.

Cuando llegó a la zona abdominal, se quedó callada mientras hacía el masaje, al notar que yo sentía mucho dolor, que inclusive se tornaba agudo con los suaves y lentos masajes.

Pasó a los tobillos, a las pantorrillas y yo no lo podía tolerar, el dolor era irresistible, ni yo misma sabía que era tan fuerte.

Suspendió los masajes, me miró directo a los ojos y me dijo, por hoy hemos terminado, haz una oración de agradecimiento antes de levantarte, te espero afuera.

Me quedé varios minutos allí, mientras le di gracias a Dios por permitirme haber llegado a ese sitio y que, si era su voluntad, me quitara estos dolores.

Cuando logré levantarme del piso, me sentía liviana, ligera, como si me hubieran quitado un peso de encima, como si mi cuerpo en general pesara menos.

Al salir a la estancia, me senté frente a ella en absoluto silencio, cuando volví a mirarla de frente, me dijo deletreando la frase:

¨¡Estás estreñida, querida!¨

No me estoy refiriendo solo a tu sistema digestivo que también está constipado. Me refiero a toda tu, está tu cuerpo físico, mental y astral muy lleno de todas las vivencias dolorosas que has tenido hasta ahora, llevas años guardando, acumulando.

Necesitas aprender a soltar, tienes que aprender a dejarte ir, a perdonarte, a olvidar lo negativo y doloroso que has vivido, no hay otra forma de ayudarte a que el cuerpo se relaje.

También necesitas aceptarte, valorarte más, quererte más, observarte con amor, tratarte con ternura, con mucho afecto.

Tu camino para ayudar a los demás, que es lo que tanto te desvela, tienes que empezarlo mentalmente de nuevo, comprendiendo que quien más necesita tu ayuda, eres tú misma.

Cuando lo logres, empezarás a notar que el dolor del cuerpo disminuye y que tu mandíbula deja de contraerse involuntariamente.

Yo te puedo ayudar, si tú lo permites, porque necesitas varias y continuas sesiones de terapias de limpieza y relajación, hasta que poco a poco vayas notando algo de mejoría, depende de ti…

Le di las gracias por la sesión, la verdad me sentía mucho mejor en ese momento. Me sonrío, me miró afectuosamente, me abrazó y me dijo al oído, te espero pronto.

Termino estas líneas contándote que me arrepiento de no haberle preguntado cómo supo todo eso que me dijo, que era verdad, mi verdad.

Lamentablemente en ese momento, el tratamiento que me ofreció era tan costoso, que mi capacidad económica no llegaba allí, nunca más volví.

Aún sigo en ese proceso que me sugirió Luz hace tantos años, por mi propia cuenta, porque admito que aún hay mucho dolor en el cuerpo y en el alma.

Recuerdo este episodio porque me hizo caer en cuenta, que el dolor del alma se va acumulando en el cuerpo, sin que seamos conscientes de ello, trayendo como consecuencia cantidad de enfermedades a los que los médicos, muchas veces no le encuentran ni tratamiento ni explicación.

Como mente inquieta que he sido y soy, seguí investigando en el tema y en mis procesos de lectura encontré un libro que aún estudio se llama EL PODER DEL AHORA de la autoría de Eckhart Tolle, me ha ayudado mucho y sigue siendo una guía en este proceso. Lo recomiendo.

Gracias al autoconocimiento y a la escritura encontré en Atreveix, un método, una herramienta, para ir sanando, en la medida que voy soltando lentamente lo que tantos años he guardado, a través de estas historias que decidí contar.

Porque Atreveix, se trata de eso, de servir, de compartir, de brindar amor, de darnos la mano, de convencernos que poco a poco, podemos cooperar, para ser mejores seres humanos.

Si he despertado tu interés en estos temas, fiel a mi propósito de compartir información valiosa, te dejo dos (2) enlaces relacionados con el tema:

https://bioenergeticaintegrativa.com/que-es-la-bioenergetica/

https://www.lingq.com/es/aprende-espanol-en-linea/courses/446385/capitulo-seis-disolver-el-cuerpo-dolo-2230179/

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