“Ahora sé que el dolor del alma se siente primero en el cuerpo. Que puede nacer de improviso, en forma de un repentino desaliento, de un aleteo en el estómago, de náusea, de temblor en las rodillas, de una sensación de ahogo en la garganta. O simplemente de lágrimas calientes que acuden sin llamarlas.”― Piedad Bonnett
Intento conversar con alguien, no me atrevo a contar a nadie lo que me sucede. Con mis vecinas hablo de trivialidades, el color de moda, vienen las fiestas. Alguna se ha enamorado.
Nuevamente llega la noche. El ruido del abanico de techo, no deja que logre escuchar nada más. Tengo miedo. Que importa.
Me siento sola, un poco como si sobrara. Salvo mis visitas cuando viajo donde mi abuela, es como si no le importara a nadie. Quisiera vivir con mi abuela, pero no es una opción. No me dejan.
Una vecina dice que debí nacer hombre. Que mis piernas son feas. Que estoy gorda. Esos comentarios hacen que todos rían, yo no entiendo porque nací mujer. Me siento perdida. Sola en la noche lloro.
No sé qué me pasa, a veces el cuerpo no me hace caso. Estoy dormida, pero estoy despierta, no puedo moverme.
Estoy aquí, pero estoy perdida. Me duelen las piernas y no tengo ganas de nada. No sé cómo explicarlo. Igual no importa.
No entiendo porque me ha venido la regla. Tampoco entiendo porque es motivo de enojo. ¿Porque tengo que ocultarlo?.
Yo no lo he provocado. ¿Qué hago ahora?. Mi cuerpo no hace caso. Siento terror inexplicable en el cuerpo, mis lágrimas antes de dormir, brotan sin pensarlo.
Mi alma se desgarra. Mi alma está rota. No tengo a quien contarlo.
Llega una visita, una tía querida, tengo que ceder mi cama. Siempre tengo que ceder mi cama. Nadie me pregunta si quiero hacerlo. A nadie le importa.
Otra tía querida y muy linda, dice que tengo cara de vaca, veo las fotos de las vacas, pero no me parezco… Ella no dice nada, me veo en el espejo, soy fea.
Me pregunto, ¿me escapo?, No tengo a donde, es la dolorosa respuesta de mi alma.
No quiero ir a la tienda. Mi hermana es muy pequeña. Mi hermano nunca quiere ir, o está ocupado. Algo en mi cuerpo es raro. Por eso no quisiera salir.
“Culito de Pato”, me gritan cuando paso. Me avergüenzan mis nalgas, no puedo hacer nada para ocultarlas. Siento vergüenza. Lloro para adentro.
Mi alma está rota. Mi cuerpo está gordo. Estoy presa entre el miedo y el terror.
Nadie lo sabe. No puedo explicarlo. El cabello no se acomoda con nada. Eso dicen que no es importante, igual no soy nadie.
No quiero ir a la casa de mi tío, el médico, pero no hay opciones, hay que visitarlo. Él es importante, ha ayudado mucho a la familia.
Para mí, un familiar a quien tengo que querer, no entiendo porque, es distante, más bien le temo. Nunca sonríe. A veces internamente me burlo de todo eso.
Extraño el afecto de las monjas, eran cálidas, yo las quería, creo que ellas me veían, creo que me querían.
El colegio me parece feo. No me gustan los salones de clase.
No entiendo a mis compañeras en el colegio. Sus comentarios sobre primeros besos con sabor a vainilla, no significan nada. No me atrevo a contar lo que me pasa. No soy normal, pienso. Mejor me callo.
Soy torpe, elijo mal a mis amistades en el colegio. Los grupos los arman los profesores. No tengo oportunidad de elegir a nadie. Tampoco hay permiso para salir a otra casa, a hacer tareas en grupo. Hice o no hice, espero el regaño.
Entre mi hermano mayor y mi hermana menor, yo no soy nadie. Bueno creo que si, a veces soy un problema. No encajo en nada, Tan bonita mi madre, y no me parezco a ella, en nada.
Eso dice mi cuaderno de pensamientos y poemas, que al ser descubierto, lo han considerado inadecuado y lo han roto, con las letras de las primeras canciones que me gustaban y una que otra frase cursi y tonta. Al acostarme antes de quedarme dormida, lloro.
Muchas veces, ella llora, no quiero que llore. No quiero que sufra. No entiendo que pasa. No quiero que llegue la noche. Siento pánico. Rezo el Padre Nuestro y todas las oraciones que recuerdo.
Pero la sensación de miedo, me ahoga, con dificultad respiro. No quiero dormir. No quiero despertar. Llorar me libera.
Ideo un método para desaparecer, lo pienso mucho, lo pienso sobre todo en la noche, cuando el miedo, la desesperanza, la tristeza y el agobio me acompañan. Y no quisiera amanecer mañana.
Mi alma está rota. No soy nadie. ¿Cómo desaparezco?, no encuentro el método. Hasta que observo un frasco de no sé qué pastillas, que tiene rato de estar lleno, nadie lo toma.
Esas pastillas pueden ayudarme a irme, a no despertar mañana. No hay vuelta atrás, aquí no hago nada, no soy nadie, todo estará bien sin mí.
Espero que ella salga, no hay vuelta atrás, las tomo una a una, con afán y sin pensarlo de nuevo, a nadie le importo, qué más da, solo soy un problema, bebo hasta la última y espero.
Me digo adiós. Me siento mal, pero me siento bien. La silenciosa y liberadora visita que deseo no llega, contrario a eso, al cabo de unas horas, mi estómago inicia su queja, y empieza el proceso involuntario de vomitarlo todo, el alma rota sale por mi boca, no lo entiendo, solo quería liberarme…La vida no me lo permite.
Después del lavado de estómago en el hospital, vienen caudales de preguntas que no tienen respuesta, igual mi alma está rota. No entiendo como nadie puede verlo, nadie lo nota. La comunicación verdadera no existe.
Hay épocas de la vida en las que la muerte, el suicidio específicamente, se presentó ante mi mente, como una salida, como un mecanismo para escapar de una realidad en la que no encajaba, en la que el desinterés de los más cercanos, se ensañaba conmigo en mi mente. Morir representaba en ese momento, salvarme de vivir, una vida no pedida.
Hoy recuerdo esos dolorosos momentos, y comprendo que se ha perdido un poco la razón, cuándo la mente te dice que no hay más opciones.
Hay muchas personas, que por los más desconocidos motivos logran liberarse, de la dolorosa realidad interior que viven, y nadie lo nota antes.
Yo soy una sobreviviente, pienso hoy, que Dios tenía y tiene aún planes para mí, a través del amor.
Cuento esta historia íntima, con el objetivo de decirte que no hay forma de saber lo que sucede realmente en la mente de las demás personas, aunque sean tus hijos. Sin embargo, considero que el amor demostrado, puede hacer la diferencia en la vida de cada ser humano.
Es mi opinión, que es muy importante, decir al otro, que lo amamos, no con palabras, con los actos cada día.
Los gestos, comportamientos, silencios prolongados, muchas veces son gritos desesperados, que no escuchamos, que no vemos.
Levantar puentes para llegar al otro, buscar mecanismos para comprender sus comportamientos, que son muestra de sus pensamientos, es una labor diaria, que no debe descuidarse.
Es necesario desarrollar la fe, encontrar la alegría y el agradecimiento, en lo más efímero que represente cada día, vivir.
Hoy sé que la vida es un regalo maravilloso, que Dios en su infinita sabiduría, nos ha dado.
Hoy la depresión, la ansiedad, la tristeza permanente, se han convertido en problemas de Salud Mental a nivel mundial, por lo que considero necesario también estar atento.
En los Programas de Capacitación de la compañía FIAM, un amigo médico en temas de Salud Mental, comparte recomendaciones a tener en cuenta:
“Algunos de los problemas de salud mental clave, de los que tiene que estar atento son:
- Cambios en los patrones de sueño.
- Llanto inesperado o mal humor excesivo.
- Hábitos alimentarios que ocasionen que baje o suba de peso notablemente.
- Expresiones de desesperanza o inutilidad.
- Paranoia y exceso de aislamiento”.
Te comparto un apartado de la Política Nacional de Salud Mental Ministerio de Salud y Protección Social del gobierno colombiano, según la Resolución 4886 del 201827:
8.1.3.2 Promoción del involucramiento parental.
Se entiende como la presencia y participación regular de los padres en la vida y cotidianidad de los hijos, que implica:
a. Diálogo y concertación permanente con fines de acompañamiento, apoyo, control y supervisión a las actividades de los niños, niñas y adolescentes.
b. Construcción de afecto y confianza, vínculos y relaciones, en un ambiente de respeto y libertad.
8.1.3.3 Educación en habilidades psicosociales para la vida.
Son las competencias que permiten a los individuos afrontar las exigencias de la vida cotidiana y tener relaciones que posibiliten el mayor desarrollo del capital humano. La OMS/OPS ha definido diez habilidades básicas, a saber:
a. Autoconocimiento: Reconocimiento de la propia personalidad, características, fortalezas, debilidades, aspiraciones, expectativas y otros. Construir sentidos sobre sí mismo, los demás y los entornos. Saber qué se quiere en la vida e identificar los recursos personales con que se cuenta para lograrlo.
b. Empatía: Capacidad para ponerse en el lugar de otra persona y desde esa posición comprender sus sentimientos para responder de forma solidaria, de acuerdo con las circunstancias.
c. Comunicación efectiva o asertiva: Habilidad para expresarse en los diferentes contextos relacionales y sociales afirmando su ser y estableciendo límites en las relaciones sociales.
d. Relaciones interpersonales: Competencia para interactuar positivamente con las demás personas, y establecer y conservar relaciones interpersonales significativas, así como ser capaz de terminar aquellas que bloqueen el crecimiento personal.
e. Toma de decisiones: Capacidad para evaluar diferentes posibilidades, teniendo en cuenta necesidades, valores y posibles consecuencias, tanto en la propia vida como en la de otras personas.
f. Solución de problemas y conflictos: Destreza para manejar los conflictos de forma creativa y flexible, identificando en ellos oportunidades de cambio y crecimiento personal y social.
g. Pensamiento creativo: Utilizar los procesos de pensamiento para buscar respuestas innovadoras a los diversos desafíos vitales.
h. Pensamiento crítico: Usar la razón, sentimientos y emociones, para ver la realidad desde perspectivas diferentes, para abordarla de formas novedosas.
i. Manejo de emociones y sentimientos: Reconocer y gestionar positivamente las emociones y sentimientos en las diferentes personas y contextos.
j. Manejo de la tensión y el estrés: Identificar las fuentes de tensión y estrés en la vida cotidiana, saber reconocer sus distintas manifestaciones y encontrar vías para eliminarlas o contrarrestarlas de manera saludable.
La información completa en el siguiente enlace: